Bogotá
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Chía
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El trastorno de integración sensorial, también conocido como trastorno del procesamiento sensorial, es una condición neurológica que afecta la manera en que el cerebro procesa y responde a la información sensorial del entorno y del propio cuerpo.
En un desarrollo típico, nuestro cerebro recibe constantemente información a través de nuestros sentidos (vista, oído, tacto, gusto, olfato, movimiento y posición del cuerpo), la interpreta y nos permite responder adecuadamente.
Sin embargo, en niños con este trastorno, el cerebro tiene dificultades para organizar y procesar esta información sensorial de manera eficiente.
Esto puede manifestarse de diversas formas:
El niño puede reaccionar exageradamente a ciertos estímulos, como sonidos fuertes, texturas específicas en la ropa, o ciertos olores.
El niño puede parecer insensible al dolor, no notar olores fuertes o buscar constantemente estimulación sensorial intensa.
Pueden tener problemas con habilidades motoras finas o gruesas, como amarrarse los zapatos o montar en bicicleta.
Pueden tener dificultades para concentrarse o mostrar comportamientos que parecen inapropiados para la situación.
Pueden tener problemas con la alimentación, el vestirse o la higiene personal debido a sensibilidades sensoriales.
Aunque no hay estadísticas precisas para Bogotá, se estima que entre el 5% y el 16% de los niños en edad escolar pueden tener algún grado de trastorno de integración sensorial.
En Bogotá, como en muchas partes del mundo, este trastorno a veces se confunde con otros problemas de comportamiento o aprendizaje.
Sin embargo, cada vez hay más conciencia y capacidad de diagnóstico entre los profesionales de salud y educación.
Bogotá cuenta con varios centros especializados y terapeutas ocupacionales capacitados en integración sensorial.
La terapia suele realizarse en centros terapéuticos, consultorios privados, clínicas privadas, algunos hospitales públicos y centros de desarrollo infantil.
Dependiendo del plan de salud, algunas EPS en Bogotá pueden cubrir parte o la totalidad del tratamiento, especialmente si está asociado a otras condiciones como el autismo.
Algunos colegios en Bogotá, especialmente aquellos que trabajan con educación inclusiva, están implementando estrategias de integración sensorial en sus aulas.
A pesar de los avances, aún existen desafíos en términos de acceso al diagnóstico y tratamiento, especialmente en sectores de menores recursos económicos.
En los últimos años, ha habido un aumento en la conciencia sobre este trastorno en Bogotá, con más talleres, charlas y grupos de apoyo para padres.
Es importante recordar que cada niño es único y los síntomas pueden variar ampliamente. Si sospecha que su hijo puede tener un trastorno de integración sensorial, lo mejor es consultar con un pediatra o un terapeuta ocupacional especializado en Bogotá para una evaluación adecuada.
La terapia de integración sensorial es un enfoque terapéutico que se centra en cómo el cerebro procesa y responde a la información sensorial recibida a través de los sentidos, como el tacto, la vista, el oído, el olfato y el gusto, así como el movimiento y el equilibrio.
Es especialmente útil para niños que tienen dificultades para procesar y responder a esta información de manera adecuada.
Algunos niños pueden tener una hipersensibilidad o hiposensibilidad a ciertos estímulos sensoriales, lo que puede llevar a comportamientos como evitar el contacto físico, ser muy selectivos con la comida, tener problemas con el equilibrio, o buscar sensaciones intensas.
Estos desafíos pueden afectar su capacidad para participar en actividades cotidianas y desarrollar habilidades sociales y académicas.
La terapia de integración sensorial es realizada por terapeutas ocupacionales capacitados y certificados en integración sensorial que diseñan actividades personalizadas para ayudar a su hijo a mejorar su procesamiento sensorial.
Estas actividades pueden incluir juegos y ejercicios específicos que son tanto divertidos como terapéuticos.
El objetivo es proporcionar experiencias sensoriales controladas que permitan al cerebro del niño adaptarse y responder de manera más efectiva a los estímulos.
Al participar en estas actividades, los niños pueden desarrollar una mejor coordinación de la motricidad, mejorar su capacidad de atención y concentración, reducir comportamientos problemáticos relacionados con la respuesta sensorial inadecuada y aumentar su confianza y autonomía en las tareas diarias.
También puede ayudarles a manejar mejor las situaciones que anteriormente les resultaban abrumadoras.
Un terapeuta de integración sensorial no solo trabaja con su hijo en sesiones de terapia, sino que también le proporciona estrategias y recomendaciones para aplicar en casa y en el colegio.
Esto asegura que los progresos logrados en la terapia se generalicen a otros entornos y actividades diarias, proporcionando un apoyo constante y coherente.
Es fundamental que los padres y los maestros colaboren estrechamente con el terapeuta para asegurar un enfoque coherente en todos los ambientes.
Esto puede incluir ajustes en el entorno del hogar y el colegio, así como el uso de herramientas y recursos que ayuden al niño a manejar mejor su respuesta sensorial.
La terapia de integración sensorial puede ser una herramienta valiosa para ayudar a su hijo a enfrentar y superar los desafíos sensoriales, mejorando su calidad de vida y su capacidad para interactuar y participar plenamente en su entorno.
Con el apoyo adecuado, su hijo puede desarrollar las habilidades necesarias para prosperar tanto en el hogar como en el colegio.
Como padre, es posible que ya haya notado ciertos comportamientos en su hijo que le hagan preguntarse si podría necesitar ayuda adicional.
Los niños que pueden beneficiarse de la terapia de integración sensorial a menudo muestran dificultades para manejar estímulos sensoriales de una manera que otros niños no lo hacen.
Estos comportamientos pueden incluir reacciones extremas al sonido, al tacto, o incluso a la luz.
Por ejemplo, su hijo suele taparse los oídos ante ruidos cotidianos, evitar ciertas texturas de alimentos o ropa, o tener dificultades para mantener el equilibrio.
Uno de los signos más claros de que su hijo podría necesitar terapia de integración sensorial es la presencia de reacciones extremas a estímulos sensoriales comunes.
Esto puede incluir hipersensibilidad, donde el niño encuentra abrumadores estímulos que la mayoría de las personas consideran normales, o hiposensibilidad, donde el niño parece no notar o buscar estimulación adicional.
Por ejemplo, un niño hipersensible puede llorar o volverse ansioso en ambientes ruidosos, mientras que uno hiposensible puede buscar constantemente tocar objetos con texturas diferentes o moverse de manera brusca.
Dificultades en la coordinación motriz también pueden ser una señal.
Si su hijo tiene problemas para realizar actividades que requieren coordinación, como abotonarse la ropa, escribir, o participar en juegos físicos, esto puede indicar una dificultad en el procesamiento sensorial.
La torpeza, los tropiezos frecuentes o evitar actividades físicas también son indicadores de que su hijo podría beneficiarse de esta terapia.
Los problemas de atención y comportamiento también pueden estar relacionados con dificultades sensoriales.
Los niños que no pueden filtrar adecuadamente la información sensorial pueden parecer distraídos, hiperactivos, o incluso oposicionales, es decir con comportamiento desobediente, hostil y desafiante hacia figuras de autoridad como sus padres o sus maestros.
Si su hijo tiene problemas para concentrarse en el colegio, completar tareas, o muestra un comportamiento impulsivo, esto puede ser una señal de que su cerebro está luchando para procesar la información sensorial de manera efectiva.
La forma en que su hijo interactúa socialmente también puede proporcionar pistas.
Los niños con dificultades de procesamiento sensorial pueden tener problemas para jugar con otros niños, interpretar señales sociales, o manejar las interacciones en entornos bulliciosos.
Esto puede llevar a sentimientos de aislamiento o frustración tanto para el niño como para la familia.
Si observa estos comportamientos en su hijo, es importante consultar con profesionales capacitados en integración sensorial.
Un terapeuta ocupacional especializado en este campo puede realizar una evaluación detallada para determinar si su hijo tiene dificultades de procesamiento sensorial y recomendar el mejor enfoque terapéutico.
Decidir si su hijo necesita terapia de integración sensorial puede ser un proceso desafiante, pero comprender estos signos y buscar la opinión de expertos puede ayudarle a tomar una decisión informada.
La intervención temprana puede marcar una gran diferencia en la vida de su hijo, mejorando su capacidad para manejar estímulos sensoriales, desarrollarse plenamente y disfrutar de una vida más equilibrada y feliz.
La duración del tratamiento de integración sensorial puede variar significativamente dependiendo de las necesidades específicas de su hijo.
Algunos niños pueden mostrar mejoras notables en pocos meses, mientras que otros pueden necesitar un tratamiento más prolongado.
La clave es que el progreso se mide individualmente, y los objetivos terapéuticos se ajustan según el avance del niño.
Generalmente, la terapia de integración sensorial comienza con sesiones más frecuentes.
Es común que los niños asistan a sesiones una o dos veces por semana al inicio del tratamiento.
Este enfoque intensivo inicial ayuda a establecer una base sólida y permite al terapeuta evaluar cómo su hijo responde a las actividades sensoriales diseñadas específicamente para sus necesidades.
A medida que su hijo progresa, la frecuencia de las sesiones puede ajustarse.
Por ejemplo, después de algunos meses de terapia intensiva, el terapeuta puede recomendar reducir las sesiones a una vez por semana o incluso una vez cada dos semanas.
Esto depende de cuánto ha mejorado su hijo y de si puede mantener y generalizar las habilidades aprendidas en su vida diaria.
Incluso después de que se haya logrado un progreso significativo, algunos niños pueden beneficiarse de sesiones periódicas de seguimiento.
Estas sesiones de mantenimiento, quizás una vez al mes, ayudan a asegurar que los avances se mantengan y proporcionan la oportunidad de abordar cualquier nueva dificultad que pueda surgir.
Es fundamental que los padres se mantengan involucrados y colaboren con el terapeuta a lo largo del proceso.
El terapeuta puede proporcionar actividades y ejercicios para realizar en casa, lo que refuerza el trabajo realizado en las sesiones.
Además, la comunicación regular con el terapeuta sobre el progreso y los desafíos en la vida diaria de su hijo es crucial para ajustar el tratamiento de manera efectiva.
Actividades de Juego en Colchonetas
Durante la terapia, se utilizan colchonetas para que los niños puedan rodar, saltar y trepar. Estas actividades ayudan a mejorar la coordinación motora gruesa y a integrar las sensaciones de movimiento y equilibrio.
Juegos con Pelotas
Las pelotas de diferentes tamaños y texturas se usan para actividades de lanzamiento y atrapar, lo cual ayuda a mejorar la coordinación mano-ojo y la percepción táctil. Estos ejercicios también pueden incluir rodar sobre pelotas grandes para estimular el sistema vestibular.
Balance en Tablas y Columpios
Se emplean tablas de equilibrio y columpios para trabajar el equilibrio y la estabilidad postural. Estos ejercicios permiten que los niños experimenten diferentes movimientos y posiciones, lo que ayuda a regular su sistema vestibular.
Actividades de Arte y Manualidades
Los ejercicios que implican cortar, pegar, y pintar ayudan a desarrollar la motricidad fina y la coordinación bilateral. Además, estas actividades permiten la exploración de diferentes texturas y la integración de estímulos táctiles.
Juegos de Presión Profunda
Se utilizan objetos como cojines pesados o mantas con peso para aplicar presión profunda en el cuerpo del niño. Esta técnica ayuda a calmar y organizar el sistema nervioso, mejorando la capacidad de concentración y disminuyendo la ansiedad.
Circuitos de Obstáculos
Los circuitos que incluyen rampas, túneles, y escalones permiten que los niños practiquen habilidades motrices en una secuencia divertida y desafiante. Estos ejercicios fomentan la planificación motriz y la capacidad de seguir instrucciones.
Actividades de Soplo y Respiración
Juegos que implican soplar burbujas, plumas, o usar instrumentos de soplo ayudan a mejorar el control respiratorio y la capacidad de regular la respiración, lo cual es beneficioso para el habla y la regulación emocional.
Estas actividades y ejercicios están diseñados para ser divertidos y motivadores, permitiendo que los niños desarrollen sus habilidades sensoriales y motoras en un ambiente lúdico y seguro.